En el verano de 2016, se me presentó la oportunidad de viajar a Estados Unidos para participar en la inauguración de Autopía, un evento que resultó significativo para mí, ya que me brindó la oportunidad de salir del país donde apenas sobrevivía en la oscuridad, excluido y sin esperanzas.
Durante la visita de Elvis Fuentes a Holguín por motivos laborales, aproveché para mostrarle mis obras. Fue entonces cuando descubrió las piezas de los autos antiguos que había rediseñado para navegar y abandonar la isla.
La situación económica, social y política insufrible en Cuba durante décadas había llevado a la creación de diversos proyectos para escapar de la "isla cárcel", tantos como personas la habitan. Desde métodos comunes como contraer matrimonio con un extranjero a través de pagos o seducción, hasta viajar por motivos educativos o laborales, o aventurarse a cruzar selvas, ríos o el estrecho de Florida.
Desde los años 90, con el "maleconazo" y la apertura del estrecho de Florida como una opción para aliviar la tensión en la "caldera" en que se había convertido Cuba, las personas se lanzaron al mar en cualquier cosa que flotara. Miles de personas perdieron la vida en el estrecho de Florida tratando de huir de la dictadura castrista, y aún continúa sucediendo. No puedo entender cómo algo tan horrendo, inhumano y genocida ha podido ocurrir hasta ahora sin castigo ni remedio, y sigue ocurriendo.
Mis autos representan una solución irónica, utilizando los recursos disponibles para hacer posible la navegación a través del estrecho en estos clásicos que han sobrevivido y aún circulan por las calles cubanas.
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